martes, 23 de marzo de 2010

Gorki



La obra de Máximo Gorki creció rápidamente. Ya para 1898, había reunido su producción narrativa en dos volúmenes. Su persona era cada vez más popular, sus cuentos agradaban al público y su fama trascendió las fronteras para llevar su nombre por toda Europa.
Entonces, también sus producciones teatrales Pequeños burgueses y Los bajos fondos alcanzaron el éxito. Fueron llevadas a escena en 1902 en el Teatro de Artes de Moscú y más tarde recorrieron los mejores escenarios de Europa. Estas obras de teatro emplearon innovadoramente técnicas naturalistas estructurando una serie de tramas paralelas en las que prácticamente todos los personajes tenían la misma importancia.
En otros campos siguió alcanzando nuevos logros. De la narrativa corta pasó a la de largo alcance con novelas como “Varen’ka Olesova” (1898), Foma Gordeev (1899) y Los tres (1900).
En San Petersburgo estableció contacto con destacados marxistas que le motivaron a volver la vista hacia los problemas sociales y lo convencieron la conveniencia del movimiento revolucionario. También en su obra plasmó su simpatía con estos ideales como lo muestran sus dramas: Los veraneantes, Los hijos del sol, Los enemigos o Los bárbaros y sus poemas El canto del halcón, El hombre y El canto del petrel. La censura, no obstante recayó sobre algunos de ellos. Fue nombrado miembro honorario de la Academia Imperial de Ciencias, pero en 1902 le fue anulado el puesto a causa de divergencias políticas. Sin embargo Máximo Gorki no estaba dispuesto a ceder en sus ideales y siguió apoyando a la Revolución, lo que lo llevó a la cárcel.
En 1907 se mudó a Capri por severos problemas de salud; ese mismo año y en ese mismo lugar escribió su obra más popular, La madre en la cual relata la evolución del pensamiento de la madre de un obrero socialista así como el entorno de la Rusia revolucionaria. En la isla italiana formó un centro de emigración revolucionaria hasta poco antes de estallar la Primera Guerra Mundial. Mientras tanto, su fama iba en decadencia y él mismo sufría una crisis de identidad influenciado por las ideas de Tolstoi.
Al estallar la Revolución rusa en 1917, él se encontraba en su país y trabajó activamente en el ámbito cultural hasta 1921 cuando se trasladó a Alemania donde permaneció tres años.
Después estuvo en Sorrento y en 1928 regresó a la URSS de la mano de Stalin, donde empezó la etapa de su obra en que sustentó el régimen soviético. Fue nombrado presidente del sindicato de escritores soviéticos.
En 1934, durante la "Gran Purga", vivió en arresto domiciliario. En 1935, su hijo es asesinado. Máximo Gorki murió repentinamente de una neumonía en Moscú, el 18 de junio de 1936, en la dacha "Gorki" de Lenin.

Tolstoi



 Novelista ruso, profundo pensador social y moral, y uno de los más eminentes autores de narrativa realista de todos los tiempos. Hijo de un terrateniente, nació el 9 de septiembre de 1828 en Yasnaia Poliana, la propiedad agrícola de su familia, al sur de Moscú. Quedó huérfano a los nueve años, y se crió con unos parientes. Tuvo tutores franceses y alemanes y, a los 16 años, ingresó en la Universidad Kazan, donde estudió, primero, lenguas y más tarde, leyes. Influido por los escritos del filósofo francés Jean Jacques Rousseau, fue presa de una creciente insatisfacción hacia sus estudios, y los abandonó en 1847. Después de un breve y fútil intento por mejorar las condiciones de vida de los siervos de sus tierras, se zambulló en la disipada vida de la alta sociedad aristocrática moscovita, a la que en sus diarios prometió cándidamente reformar. En 1851, se reunió con su hermano en el Cáucaso, donde su regimiento se encontraba acampado y, tras una breve permanencia, decidió incorporarse también al ejército.
En el Cáucaso entró en contacto con los cosacos, que se convertirían en los protagonistas de una de sus mejores novelas cortas, Los cosacos (1863). En ella compara el cansancio y la ñoña juventud moscovita con el vigor y la vida al aire libre de los cosacos, que retrata con simpatía y un profundo realismo poético. En el tiempo que le dejaban libre las batallas con las distintas tribus de las colinas, concluyó una obra autobiográfica, Infancia (1852), a la que siguieron otras dos, Adolescencia (1854) y Juventud (1856), en las cuales reveló, sin retórica ni sentimentalismo, una serie de recuerdos de carácter psicológico similares a los de la mayoría de los jóvenes. Estas obras recibieron una inmediata y calurosa acogida por parte del público, del mismo modo que Sebastopol (1856), tres historias basadas en la guerra de Crimea, que constituyen una soberbia exposición de la horrible realidad de la guerra y una descalificación del falso heroísmo de los mandos militares en contraste con la valentía de los soldados comunes. Tolstoi regresó a San Petersgburgo en 1856, y se sintió atraído por la educación de los campesinos. Durante sus viajes por el extranjero (en 1857 y 1861), visitó escuelas alemanas y francesas y, más tarde, abrió en Yasnaia Poliana una escuela para niños campesinos en la que aplicó sus métodos educativos, que anticipaban la educación progresista moderna. En 1862, se casó con Sonia Andréievna Bers, miembro de una culta familia de Moscú. Durante los siguientes quince años formó una extensa familia, administró con éxito sus propiedades y escribió sus dos novelas principales, Guerra y Paz (1869) y Ana Karenina (1877).
Guerra y Paz, considerada una de las novelas más importantes de la historia de la literatura universal, es una visión épica de la sociedad rusa entre 1805 y 1815, justo antes de la invasión napoleónica. Esta extensa narración, una de las obras maestras del realismo, por la que desfilan 559 personajes, conmemora relevantes batallas militares y retrata a conocidas personalidades históricas, pero es principalmente una crónica de la vida de cinco familias aristocráticas. Los personajes, perfectamente definidos por precisas descripciones físicas y por profundos análisis psicológicos que iluminan sus mundos interiores, muestran la visión que de sí mismos tienen tanto ellos como otros personajes a lo largo del tiempo. La sincera y espontánea Natasha Rosova, una de las más conocidas heroínas de la literatura rusa, que madura y pasa de ser una exuberante adolescente a convertirse en una sólida matrona, encarna el ideal tolstoiano de feminidad. En lo básico, el carácter de Natasha permanece inmutable, aunque a él se le añaden apéndices que conciernen al amor, el matrimonio y los hijos, y simboliza la optimista creencia de Tolstoi en la plenitud de todos los estadios del desarrollo humano. Confirma los iconoclastas puntos de vista del autor ruso acerca de los procesos históricos, que aparecen expuestos en los capítulos más filosóficos de la novela. Para él, la historia es el resultado de motivaciones anónimas y de acontecimientos personales, en lugar de los grandes eventos públicos promovidos por los líderes nacionales. De Guerra y Paz emana una filosofía extremadamente optimista, que atraviesa los horrores de la guerra y la conciencia de los errores de la humanidad, lo que constituye el mensaje principal de la obra, escrita durante un periodo particularmente feliz de su vida. Entre sus novelas breves, la más importante es Ana Karenina, que constituye una de las mejores novelas psicológicas de la literatura moderna. En ella utiliza los mismos métodos creativos realistas que en sus primeras obras, pero presenta una unidad artística mucho más sólida, y la exuberancia deja paso al pesimismo, pues la protagonista no logra resolver sus conflictos internos. La pasión adúltera que Ana siente por el joven oficinista Vronsky, en la ciudad de San Petersburgo, contrasta fuertemente con la sana unión que existe entre Kitty y Constantin Levin y la plenitud de su vida en el campo. A través de este argumento, Tolstoi se reafirmaba en su idea de la superioridad de la vida en medio de la naturaleza respecto a la vida urbana, ahogada por la superficialidad. El autor demuestra una profunda compasión por su bella heroína, pero, al final, ésta será condenada por su transgresión de las normas sociales y morales. El protagonista principal, Levin, contiene muchos rasgos autobiográficos. Comparte con el autor la desaprobación de las sofisticaciones intelectuales urbanas y vive atormentado por sus mismas dudas acerca del sentido de la vida y de la relación de los seres humanos con el infinito.
En su insuperablemente cándida a la vez que sólida Confesión (1882), el autor ruso describe su creciente confusión espiritual, se culpa a sí mismo de llevar una existencia vacía y autosuficiente y emprende una larga búsqueda de valores morales y sociales, que terminó por encontrar en dos principios del Evangelio cristiano: amor hacia los seres humanos y resistencia contra las fuerzas del mal. Recogió estos dos principios y los desarrolló en elocuentes ensayos, como Amo y criado (1894). Desde el centro de la autocrática Rusia de su época, atacó sin temor las desigualdades sociales y las formas coercitivas del gobierno y de las autoridades religiosas, clamó por una liberación de los odios individuales y por la adopción de modelos de vida dictados por la conciencia de cada uno. Estos puntos de vista tan radicales provocaron su excomunión en 1901. En ¿Qué es el arte? (1898), una condena de casi todas las formas de arte, tanto clásicas como modernas, de la que no se salvan ni siquiera sus propias obras, a las que consideró dirigidas exclusivamente a una elite cultural, abogó por un arte inspirado en la moral, en el que el artista comunicara los sentimientos y la conciencia religiosa del pueblo. Estos ensayos didácticos, traducidos a muchas lenguas, ganaron rápidamente numerosos adeptos de distintos países, profesiones e ideologías, muchos de los cuales visitaron Yasnia Poliana en busca de consejos.
Tras esta serie de ensayos, Tolstoi retornó a la narrativa, y escribió numerosos cuentos breves y de carácter edificante, situados en escenarios rurales, que se publicaron reunidos en el volumen Historias para el pueblo (1885). Escribió asimismo otras obras destinadas a lectores cultos, también decididamente moralizantes en cuanto a contenido, pero en las que se permite un mayor espacio para desarrollar su poderosa inventiva. La más conocida de ellas es la narración breve La muerte de Iván Ilich (1886), en la que describe la conversión de un hombre a punto de enfrentarse a su propia muerte. El cuento corto La sonata a Kreutzer (1889) trata de la educación sexual y el matrimonio; la obra teatral El poder y las tinieblas (1888) es una tragedia en la que se ve cómo la avaricia y la lujuria arrastran a la violencia, y su última novela Resurrección (1899), es la historia de la regeneración moral de un noble hasta entonces falto de escrúpulos. A los 82 años, y cada vez más atormentado por la disparidad entre sus criterios morales y su riqueza material, y por las continuas disputas con su mujer, que se oponía a deshacerse de sus posesiones, Tolstoi, acompañado por su médico y la menor de sus hijas, se marchó de casa a escondidas en medio de la noche. Tres días más tarde, cayó enfermo de neumonía y, el 20 de noviembre de 1910, murió en una remota estación de ferrocarril. En la actualidad se le considera uno de los escritores con más fuerza moral del siglo XIX.

Dostoievski



Fiódor Mijáilovich Dostoievski (1821-1881)
Escritor ruso, uno de los representantes preeminentes del realismo crítico. Perteneciente por su posición social a la intelectualidad ajena a la nobleza, Dostoievski tenía, en la década de 1840, ideas afines a las de Belinski y veía con simpatía las ideas del socialismo utópico. Por formar parte del círculo de los petrashevtsi fue condenado a la pena de muerte, que le fue conmutada por trabajos forzados y el subsiguiente servicio militar como soldado raso (1849-59). En sus primeras obras, Dostoievski se manifestó como artista humanista, defensor de los «humillados y ofendidos». Los rasgos determinantes de toda la obra del escritor son el amor hacia el hombre sencillo, el odio hacia la rapacidad y el amoralismo burgueses. La concepción que del mundo tenía Dostoievski era contradictoria. La derrota de la revolución de 1848 en Europa y su grave drama personal quebrantaron espiritualmente al escritor. En la teoría que desarrolló después de 1860, mantenía (en el espíritu de los neoeslavófilos) la idea de una predestinación religiosa especial del pueblo ruso como salvador de la humanidad e indicador del camino que había de conducir al establecimiento del «reino de los cielos» en la tierra. En este período, Dostoievski critica el materialismo y el ateísmo, se manifiesta contra los demócratas revolucionarios y contra el socialismo (al que se imaginaba como socialismo nivelador pequeñoburgués). Centra su atención en los problemas éticos. Habiendo circunscrito el humanismo a la preocupación por la liberación espiritual del individuo, Dostoievski no supo elevarse, en sus concepciones, más allá de la idea de autoperfeccionamiento moral individual. Un talento enorme y su sentido por la verdad artística, le permitieron ofrecer un implacable análisis crítico de la vida rusa, mostrar la tragedia de las capas sociales bajas en el régimen de autocracia y de explotación capitalista («Pobre gente» «Humillados y ofendidos» «Los hermanos Karamázov», &c.). En esto, como ha indicado la crítica marxista (Gorki, Lunacharski, &c.) estriba el significado objetivo de la obra del escritor. Constituye una burda tergiversación de la herencia de Dostoievski el presentarlo exclusivamente como místico religioso, personalista, existencialista, &c., cosa que han intentado hacer los filósofos burgueses (Berdiáiev, Lossky, A. Masein, I. Bogatiek y otros).

Turgenev

Escritor ruso, considerado como el principal estilista de la literatura rusa; sus novelas, poemas y obras teatrales se caracterizan por una elegante ejecución, una gran lucidez y una ideología liberal. Nació el 9 de noviembre de 1818, en Orel, en Rusia central y estudió en las universidades de San Petersburgo y Berlín. Pudo observar desde su niñez, cuando vivía en las tierras de su familia, el sufrimiento de la clase trabajadora y los malos tratos a los que estaba sometida. Estos abusos, muy arraigados en el sistema social ruso, se convirtieron en tema recurrente de sus obras. Antes de dedicarse por completo a la literatura, trabajó durante un tiempo como funcionario gubernamental en San Petersburgo. Su primer trabajo publicado, el extenso poema Parasha (1843), tuvo una buena acogida entre la crítica literaria. En los años siguientes, la aparición de varias obras más le consagraron como el escritor ruso más significativo de su época. Participó en el enfrentamiento ideológico que surgió entre dos grupos de intelectuales, llamados respectivamente occidentalizantes y eslavófilos.
Los primeros animaban a los rusos a que se incorporaran a Europa Occidental, con el fin de que pudieran participar de las mejoras en su nivel de vida que ello conllevaría. Los segundos, en cambio, extremadamente ortodoxos, reivindicaban las tradiciones más arraigadas de Rusia y pensaban que debían permanecer a salvo de cualquier influencia externa.Turguénev simpatizaba claramente con los occidentalizantes y, de hecho, pasó largos periodos de tiempo fuera de Rusia, en compañía de la célebre cantante de ópera Pauline Viardot-Garcia, con la que vivió una apasionada historia de amor. A partir de 1871 vivió en París, donde entró en contacto con otros escritores, como George Sand, Gustave Flaubert, Émile Zola y Henry James. Entre su producción se cuentan numerosas obras de teatro, relatos, novelas y apuntes no narrativos. Publicó gran cantidad de poemas y apuntes en prosa antes de la aparición de su primer libro, Relatos de un cazador (1852), una colección de relatos sobre la vida rural rusa. De las muchas obras teatrales que escribió en los inicios de su carrera, la mejor es probablemente Un mes en el campo (1855), un cortés aunque profundo estudio de la vida de la aristocracia, que continúa representándose en la actualidad. De sus relatos y novelas cortas destacan, Primer amor (1860) y Torrentes de primavera (1872), por sus bellas evocaciones líricas, aunque pesimistas, del amor. Entre sus novelas propiamente dichas se pueden citar La víspera (1860) y Humo (1867), sendos retratos de jóvenes apasionadas y de sus tempestuosas historias de amor. En la mejor de sus novelas, Padres e hijos (1862), Turguénev da nombre, define y analiza el nihilismo filosófico; Bazarov, el protagonista de la novela, es un joven revolucionario e idealista, estudiante universitario a pesar de su origen humilde, que lucha por la libertad universal, pero que está destinado a una vida trágica. El autor compartía hasta cierto punto las ideas de su personaje, aunque opinaba que los cambios han de producirse gradualmente, y no a través de una revolución. Murió el 3 de septiembre de 1883 en Bougival.

Dobroliúbov


Nikolái Alexándrovich Dobroliúbov (1836-1861)

Pensador ruso revolucionario, materialista, crítico y publicista, compañero de Chernishevski. Su padre era sacerdote (ortodoxo). Terminó sus estudios en el seminario eclesiástico de Nizhni Nóvgorod. (1853) y en el Instituto Pedagógico Superior de Petersburgo (1857). Desde 1856, colaboró en «El Contemporáneo» del que tuvo a su cargo (1857-61) la sección de crítica y bibliografía. En cinco años de obra creadora, Dobroliúhov escribió muchos artículos sobre ciencia (pedagogía, estética, filosofía) y arte. Los de más relieve son: «Sobre la importancia de la autoridad en la educación» (1857); «El desarrollo orgánico del hombre en relacióncon su actividad intelectual y moral» (1858); «La civilización rusa ideada por el señor Zherebtsov» (1858); «Pequeñeces literarias del último año» (1859); «Robert Owen» y sus ensayos de reformas sociales» (1859); «¿Qué es el oblomovismo?» (1859); «El reino de las tinieblas» (1859); «¿Cuándo llegará, por fin, el verdadero día?» (1860); «Rasgos para la caracterización de las gentes rusas sencillas» (1860); «Un rayo de luz en el reino de las tinieblas» (1860). Al tratar de distintas cuestiones filosóficas Dobroliúbov tomaba en consideración los datos de la ciencia natural de su época, defendía el principio de la comunidad genética entre la naturaleza y el hombre, la idea materialista de la unidad de los procesos psíquicos y fisiológicos en el organismo humano: se manifestó contra el dualismo filosófico, luchó contra el agnosticismo y el escepticismo en los problemas del conocimiento &c. En este plano, polemizó contra la separación de «alma» y cuerpo –uno de los dogmas de la religión cristiana, cuya crítica constituía la tarea capital de los pensadores rusos de vanguardia a mediados del siglo XIX–. Dobroliúbov  veía en Feuerbach al fundador de la ciencia sobre el hombre como totalidad, como ser íntegro. En realidad al prestar atención a las cuestiones sociales y mostrar que las acciones humanas se hallan condicionadas socialmente, Dobroliúbov descubrió la insuficiencia y limitación del principio antropológico. Tendía Dobroliúbov al historicismo, defendía el principio de que la naturaleza y la sociedad se hallaban en constante desarrollo. En comparación con Chernishevski, trrbajaba menos en la investigación de la teoría socialista, pero en lo fundamental mantenía las mismas posiciones que su maestro y luchó para que Rusia se orientara hacia el socialismo. Era un esteta de altos vuelos. Dio un nuevo impulso a la tradición de Belinski, señalaba que la literatura y el arte tienen una misión social: representar lo «absurdo» de las relaciones sociales existentes en aquel entonces, ver las «tendencias naturales» del pueblo, buscar el ideal en la vida. El principal mérito del escritor como artista estriba en la verdad de sus representaciones, escribió Dobroliúbov. Aunque defendía y razonaba la tesis acerca de la «crítica real» como medio de investigar la vida y entendía que el fin principal de dicha crítica consistía en despertar y desarrollar la conciencia de la sociedad rusa, consideraba que únicamente la revolución, la acción revolucionaria de las propias masas, podía modificar de raíz el orden existente, romper el mecanismo autocrático que se distinguía por su «total podredumbre», acabar con el «reino de las tinieblas» del régimen de servidumbre. Dobroliúbov denunciaba el carácter falsamente radical de las acusaciones literarias de los liberales. Soñaba con una sociedad en la que «el significado del hombre... se determinara por sus méritos personales» y «cada uno adquiriera los bienes materiales en rigurosa dependencia de la cantidad y mérito de su trabajo».

Belinski


Visarión Grigórievich Belinski (1811-1848)

Demócrata revolucionario ruso, crítico, fundador de la estética realista en Rusia. Belinski es el precursor de los intelectuales pequeñoburgueses que desplazaron totalmente a los nobles en el movimiento ruso de liberación. Nació en Sveaborg, su padre era médico. En 1829 ingresó en la Sección de letras de la Universidad de Moscú, de la que fue excluido en 1832. Desde 1833, colaborador de la revista «El telescopio», en cuyo suplemento -«Rumor»- publicó su primer artículo importante: «Sueños literarios» (1834). Publicaba también sus trabajos en la revista, de la que fue director. «El Observador de Moscú» (1838-39). Desde fines de 1839, vivió en Petersburgo donde se encargó de la sección de crítica literaria en las «Notas patrias»; desde 1846, dirigió la sección de crítica de «El Contemporáneo». En 1847, fue al extranjero por motivos de salud. Murió de tuberculosis en Petersburgo. La obra de Belinski corresponde al periodo en que el pensamiento social ruso (asimilando las lecciones del movimiento decembrista) tan sólo iniciaba la búsqueda de nuevos caminos de lucha contra la autocracia y el régimen de servidumbre, la búsqueda de una teoría científica del desarrollo social. A ello se debe el carácter extraordinariamente complejo e intenso de la evolución ideológica de Belinski. En la década de 1840, Belinski llega al democratismo revolucionario en el que se reflejaban los anhelos del campesinado, llega a las ideas del socialismo, del ateísmo y del materialismo. En este camino, Belinski tuvo que definir su actitud respecto a las teorías filosóficas y político-sociales del siglo XIX, respecto a Fichte y Schelling, a Hegel y Feuerbach, a los jóvenes hegelianos, a los socialistas utópicos franceses y al joven Marx. Belinski no escribió tratados filosóficos, pero ni en uno solo de sus artículos más o menos importantes dejan de tener su reflejo los problemas filosóficos. Fuertemente atraído por la filosofía de Hegel durante cierto tiempo (1837-39), Belinski interpretaba la tesis hegeliana: «todo lo real es racional» en un sentido de conservadurismo político, como idea de conciliación con la realidad zarista. Pero incluso en dicho período, -que termina cuando Belinski sitúa en un primer plano la idea de la negación, el principio de la lucha contra todo lo que se ha vuelto anticuado, contra todo lo no racional-, la tendencia medular de sus investigaciones ideológicas obedecía al afán de comprender las leyes a que se encuentra sujeta la vida de la sociedad y del hombre. A principios de la década de 1840, Belinski se sitúa en el terreno materialista. Al examinar el problema concerniente a la unidad de lo material y lo ideal, mantiene la tesis de que «lo espiritual» «no es otra cosa que la actividad de lo físico». Señala, a la vez, la función activa de la conciencia en el proceso de interacción entre el hombre y el medio. Habiendo desechado el conservadurismo del sistema hegeliano, Belinski vio en la dialéctica los fundamentos del método de investigación científica y de acción revolucionaria, el germen de la auténtica «filosofía de la historia». La idea de la regularidad objetiva en Belinski se concreta como idea de la necesidad del progreso social, el cual adquiere su realidad a través del cúmulo de actividades de las personas y encuentra su expresión, en particular, en la obra de las grandes individualidades. Tal idea constituye una de las ideas centrales de Belinski y le sirvió de punto de partida para el estudio de los problemas de la historia rusa (papel de Pedro I y otros) y de su correlación con los procesos de la historia mundial. En ella se apoya asimismo Belinski para analizar los problemas que tratan de la correlación entre ideal y realidad. Aplaude el ideal socialista de una sociedad verdaderamente justa en la que «no habrá ricos ni pobres, reyes ni súbditos, sino hermanos, hombres», pero al mismo tiempo se muestra escéptico en cuanto a los proyectos reformadores de algunos socialistas de Europa occidental. Suponía que la nueva sociedad llegaría a establecerse «con el tiempo, sin cambios violentos, sin sangre»; con todo, no llegó a la fundamentación científica de la inevitabilidad del socialismo. Así se explica la apelación de Belinski a las ideas del cristianismo primitivo como cimientos del mundo moral del futuro. Belinski reconocía el carácter progresivo del orden burgués respecto al medieval y consideraba que el objetivo inmediato de las transformaciones sociales de Rusia se cifraba en la eliminación de las formas de vida patriarcales y despóticas (ante todo el régimen de servidumbre), en la realización de diversas reformas democrático-burguesas. En consecuencia, Belinski sostuvo una lucha sin cuartel contra las ideas retrógradas del «nacionalismo oficial», ridiculizó la idealización eslavófila del viejo patriarcalismo ruso. La manifestación más elevada del democratismo revolucionario de Belinski, su legado, fue la carta a Gógol (julio de 1847), una de las mejores obras en la Rusia del siglo XIX, de la prensa democrática no sometida a la censura. La idea de historicismo matiza, asimismo, los juicios estéticos de Belinski. Veía la esencia y el carácter especifico del arte en la reproducción de la realidad, según sus rasgos típicos, por medio de imágenes y atacó duramente el romanticismo reaccionario, la literatura didáctica («retoricismo»), propagó los principios del realismo en que se inspira la obra de Pushkin y la «escuela natural» encabezada por Gógol. Señaló el nexo que se da entre los conceptos de carácter nacional y realismo en arte y formuló capitalísimas tesis acerca de la dependencia en que se halla el valor social de la literatura respecto a la superación del abismo entre la denominada «sociedad» culta y la masa popular, acerca de la «simpatía por lo moderno», es decir, por el progreso como cualidad inseparable del auténtico artista. Las concepciones de Belinski influyeron en gran manera sobre el desarrollo de la estética.

Bienvenida

Bienvenidos sean a este espacio que trata sobre los más destacados escritores rusos.

Este espacio transmitirá información sobre la corriente literaria mayor conocida como  "realismo", es este caso se aborda el  llamado realismo ruso, y las diversas aportaciones que hicieron en él  los escrtitores y pensadores de la epoca en que en Rusia se estaba viviendo un proceso de tranformación economica, y en la que los jovenes empezaban a tomar compromisos politicos obedeciendo aquel consejo que decia: "id al pueblo y trabajar por el".  

Habarcaremos desde los fundamentos  filosóficos,  empezando por Belinski y Dobroliubov, principalmete, para pasar a las primeras manifestaciones puramente realistas, que tratan de reflejar ese ambiente en el que los conflictos politicos, nacionales e internacionales  hasta las mas simples de las actividades de la vida rusa de la apoca,  son puestas en el centro de las interpretaciones de los escritores rusos, para ser devatidas, interpretadas, censuradas, por los diferentes actores que posteriormente formaran toda una generacion que determinará en rumbo de Rusia.  

Este espacio pretende solo llegar hasta la obra literaia de Gorki, a quien se le puede considerar un escritor ubicado entre la literatura prerrevolucionaria hasta la literatura posrrevolucionraria.